Foto: Manu Pasik / Movistar Arena
Dios los cría y ellos se juntan. Si bien este dicho tiende a aplicarse con cierta ironía, el significado que adquiere con Trueno y los suyos no puede ser más genuino, cercano a la realidad y a la hermandad que el argentino desprende. A sus 22 años de edad -le quedan 11 días para cumplir los 23-, Mateo Palacios se personaba ante un Movistar Arena totalmente lleno para presentar su trabajo discográfico más reciente "El último baile" (2024, Sony Music/Sur Capital Records)
Los inicios de Trueno en las batallas de rap le han curtido para enfrentarse a una escena cada vez más competitiva donde él se las ha ingeniado para brillar mezclando este con otros tipos de géneros musicales, resultando ser un chaval prodigio que sobresale en otras ramas como el rock, el R&B o el funk, teniendo como referentes a figuras como Wu-Tang Clan y otras más pioneras en lo suyo como Daddy Yankee. Sin embargo, uno siempre se mantiene fiel a sus raíces en el fondo: "A Madrid le gusta una buena fiesta de hip-hop, ¿o no?", preguntaba repetidamente el argentino al público capitalino alzando el micrófono al aire -con el que en más de una ocasión emplearía como glock ficticio-, obteniendo como respuesta gritos y vítores eufóricos.
Foto: Manu Pasik / Movistar Arena
Un homenaje al hip-hop que corre por las venas de Trueno
"PLO PLO!" y la sesión número 6 junto al productor musical argentino Bizarrap darían luz verde a un espectáculo de casi dos horas donde Palacios abriría su show homenajeando a las calles y a la música que retumba en ellas, con un altavoz o "parlante" en mano, término empleado en la mayor parte de Latinoamérica. Con un marcado y claro discurso despegado de la mercadotecnia y abogando por la gente real, Trueno siempre ha hecho ver que es una de las figuras más auténticas de la música argentina, y su labor por rendir tributo en cada concierto al hip-hop hispano (que este año cumple más de medio siglo de historia), no sería menos aquella lluviosa y nublada velada.
El alegato de Trueno en tiempos de violencia política e ideológica es simple: "No somos delincuentes, no venimos a hacer daño a nadie, pero tampoco queremos que nos molesten", son las palabras con las que comenzaría "FUCK EL POLICE" y con las que resonaría la mayor parte del recinto al ritmo de versos como "A mí no me toques a la clicka, a los homies" o "La poli rabia, se muere por un poco de violencia innecesaria". Extraída de su disco "BIEN O MAL" (2022, Sur Capital), Trueno aprovechó para revisitar otros cortes de este como "TIERRA ZANTA" o "ARGENTINA" (originalmente compuesta con Nathy Peluso, que faltó aquella noche), si bien se echó en falta la icónica "BIEN O MAL", tema que clausura el segundo álbum del boquense.
Foto: Manu Pasik / Movistar Arena
Pese a ser su último baile en la capital hasta nuevo aviso, Trueno quiso poner sobre las tablas del Movistar Arena prácticamente la totalidad del álbum que había venido a presentar. Cumpliendo con su misión y respaldado en todo momento por sus músicos y coristas (la banda KMI 420 y su padre, Pedro Peligro), interpretaría junto a estos "NIGHT", "RAIN III" y "REAL GANGSTA LOVE", que le valió tres Discos de Platino en España, mostrados de manera orgullosa al público, que no bajó en ningún momento los teléfonos, prefiriendo inmortalizar cada momento a través de sus pantallas que con sus propios ojos.
Trueno se alzó con su primer Latin Grammy en 2024 gracias a "TRANKY FUNKY" en la categoría de Mejor Fusión e Interpretación Urbana, un hito en su carrera que no quiso pasar desapercibido el pasado 13 de marzo, cantándola para unos asistentes totalmente devotos del argentino y su flow. A esta la seguiría posteriormente "NO CAP" y un as guardado bajo la manga para transportarnos a los primeros pasos del rapero. Ganador de la FMS Argentina en 2019, así como campeón nacional de la Red Bull Batalla de Gallos, Trueno invitaba a Chuty para improvisar, resultando en una amistosa batalla de donde salieron, a una velocidad vertiginosa, joyas como "En Madrid no nos gusta la lluvia, pero el Trueno nos encanta" por parte del freestyler madrieño.
Una dupla enormemente aplaudida que después encadenaría los hits "COMO ANTES", la bailable "OHH BABY" (convirtiendo al Movistar Arena en una pista para sacar los mejores pasos), "MAMICHULA", la contundente "CUANDO EL BAJO SUENA" con pirotecnia incluida y "SANGRÍA" (junto a su paisano WOS en la distancia), donde posteriormente Trueno luciría la camiseta y el número 7 de Rodrigo De Paul.
Foto: Manu Pasik / Movistar Arena
La importancia del número 4 para clausurar un hasta pronto
La despedida se hacía inminente, no sin antes echar raíces en el lugar que, para Trueno, siempre ha sido como una segunda casa. "Recuerdo que en mi primer concierto en España tocamos para 300 personas, ahora somos más de 15.000... No hay artistas sin público, así que gracias a todos y cada uno de ustedes por estar acá esta noche", agradecería profundamente antes de empuñar en alto un dígito que plaga de enorme significado toda su carrera: El número 4. Desde Comuna 4, la banda de rap que tenía su padre y de la que él se nutría de pequeño, hasta los cuatro barrios colindantes donde Trueno se crió situados en la zona sur de Buenos Aires: Boca (su casa), Barracas, Parque Patricios y Pompeya.
Y con un 4 en lo alto pero entregándonos una performance de 10, Trueno entonaría el final del concierto con la suplicada "DANCE CRIP", haciendo botar al respetable como si de un partido en La Bombonera se tratase, y demostrando que, como él bien canta, es la cara de los jóvenes del país. Del suyo, pero también cada vez más del nuestro.